lunes, 8 de junio de 2009

Caso Carradine: Mi verdad

Queridos Defensores, haciendo un pequeño inciso en nuestro devenir deportivo me veo en la obligación de comentar aquí un tema de vital importancia para nosotros como ya se vio en las duchas del último partido, como capitán voy a dar mi visión de los hechos. Me refiero, claro está al fallecimiento de nuestro admirado Carradine en circunstancias un tanto peculiares. Vaya por delante que no es mi intención pelar a nadie ni machacar al pobre David con un tema tan meneado durante toda la semana por los medios de comunicación que se han mostrado más que turbados con el dichoso temita que ha hecho correr ríos de tinta (china). Estos son a mi modo de ver los argumentos a favor de una y otra hipótesis:
(Cuatro) Argumentos a favor del óbito accidental:
No era un chaval. En qué cabeza cabe que un abuelo de 72 tacos ande pensando en pavadas de esas, que si me ato esto aquí que si me cuelgo de allí.
Tenía pasta. Le hubiera bastado una llamada para conseguir el especial primavera del Playboy o si se me apura para que le llamaran a alguna monja shaolin con habilidades especiales y así no tener que sacar la ropa del armario.
Su tradición oriental. No le veo yo a esta práctica ningún aspecto oriental, hubiera sido más creible no sé yo, que lo hubieran encontrado con astillas de bambú en las pelotas o con el culo untado de miel enterrado en un hormiguero. La cuerda y el armario desde luego no casan con su refinado historial, no hay más que ver las casas del sol naciente donde no hay ni cortinas ni armarios.
Ausencia de autoherramientas. Quiero decir que alguien acostumbrado a ese tipo de prácticas no va por ahí usando los cordeles de las cortinas del hotel o la bolsa del Mercadona para ahogarse un poco, más aún cuando se trata de un personaje con perras. De haber sido asiduo practicante de aficiones raritas seguro que hubiera llevado su propio maletín de plata forrado de fieltro rojo con bolsas hechas de soja y cuerdas a medida con las iniciales del monasterio bordadas en hilo de oro y hechas de seda del Mekong y no hubiera cogido unas sucias cortinas del hotel que visto lo visto podrían haber servido a cualquier usuario del mismo para hacerse un edema un día tonto. No amigos, esta gente va preparada y no improvisa ¿o acaso de haber pasado un fin de semana en el campo se hubiera colgado de unas zarzas?
(Cuatro) Argumentos a favor de que las cortinas le ponían tontorrón:
Esta gente es rara de cojones. Y es posible que hacer la postura del loto con una cuerda en las pelotas le pareciese lo más normal del mundo.
No era gay. Precisamente esa condición heterosexual pudo hacer que en el monasterio donde sólo vivían monjes el recurso al cordel fuera su única salida honrosa antes de caer en las garras de algún monje demasiado cariñoso, así, el Pequeño Saltamontes pudo aliviarse con alguna colgadita en el armario de su celda ayudado de su cinturón de kárate cuando le viniese el apretón.
Era un monje shaolin. Es decir que tenía capacidades sobrehumanas de retorcer su cuerpo como una anguila y colgarse del pescuezo dentro de un armario o en la nevera del mueble bar si fuera menester. Además esa condición (esa gente rompe ladrillos con la cabeza) pudo haber hecho que se fiara de su aguante y se le fuera la mano.
Su cara de chino. Desde luego esos ojos rasgados responden perfectamente a las secuelas dejadas por la repetición sistemática de ahogamientos llevados al límite. De hecho parece permanentemente asfixiado.
Un par de conclusiones podríamos sacar. Una: ojo con los adminículos de los hoteles, si unos elementos tan inocentes como las cortinas o el armario pueden tener usos B, ¿qué pasará con los colchones, los cepillos o la alcachofa de la ducha? ¿Podrá alguien secar su cara a partir de ahora con esas toallas usadas para dios sabe qué? ¿quién se llevará después de esta noticia las pastillitas de jabón del hotel tal vez empleadas para lubricar alguna zona extraña? ¿qué nos untamos cuando nos damos esos geles de muestra? Y dos: de repente todo el mundo empieza a sospechar cosas raras del pobre Kung-Fu y ve armas sexuales donde sólo hay inocentes trastos diarios con lo que su imagen queda seriamente (o tal vez guasonamente) dañada. ¿Qué me dicen si no de estas dos imágenes?





Primera imagen: ¿Qué porvenir le espera a esa pobre flauta? ¿no tiene demasiados agujeros? ¿dónde acabarán esas cortinas ondeantes por el viento? ¿es el cinturón sólo un cinturón?





Segunda imagen: ¿cuál es el origen de esa extraña mancha en su kimono? ¿No adopta su puño derecho una posición de ataque? ¿porqué ese lazo rojo es tan horriblemente grande? ¿qué hacía nuestro amigo en los Monegros con esa pinta?









En resumen, los Defensores hacen el siguiente comunicado oficial y " Califican la muerte de Carradine como un lamentable accidente doméstico que se produjo con la siguiente secuencia de hechos: al salir de la ducha donde, como todo monje shaolin hace, se bañaba en pelotas, tropezó y al agarrarse en las cortinas para no caer arrancó los cordeles de las mismas que al precipitarse sobre el armario quedaron caprichosamente anudadas sobre sus genitales y su pescuezo y en el colmo de la casualidad en la barra del antedicho mueble produciendo el terrible desenlace que todos conocemos".
Si os parece bien me gustaría así mismo condecorar a nuestro genial Carradine con la orden "Pajillorum excelsa virtus quid sogae armarium" con distintivo Blanco (como no podía ser de otra forma) y declarar el día de su óbito como de luto Defensor.
¡DEFENSOLES!

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